Amantes de las bajas pasiones cinematográficas…

IN MEMÓRIAM: Katia Golubeva (1966-2011) / Raúl Ruiz (1941-2011)


Si bien ha pasado más de mes y medio de la muerte de estos importantísimos personajes del mundo cinematográfico, nunca es tarde para hablar brevemente sobre la vida y obra tanto de Yekaterina Golubeva como de Raúl Ruiz.

 

 Katia Golubeva

El 14 de agosto falleció la hermosa y gran actriz rusa Yekaterina Golubeva, quien se hiciera más conocida para el público cinéfilo de todo el mundo como Katia Golubeva. Esta actriz, quien murió cerca de cumplir los 45 años, tuvo una larga carrera que duró casi veintisiete años, en los cuales actuó en 21 películas -entre cortos y largometrajes-. Es decir, más de la mitad de su vida estuvo dedicada a la actuación fílmica. Su último trabajo, un cortometraje, lo hizo este año dirigido por la francesa Sandrine Dumas, de título La invención de los días felices, mientras que el penúltimo filme en el que actuó fue el largometraje American Widow, del director C.S. Leigh.

Katia Golubeva fue una actriz que trabajó con cineastas de diverso estilo y método, lo cual hizo que tuviera que adaptarse a las distintas exigencias, obsesiones y perfeccionismos de algunos de ellos. Actuó, entre los directores más importantes, para el extraordinario Sharunas Bartas en tres de sus más importantes filmes: Tres días (1992), Korridor (1995) y Pocos de nosotros (1996); asimismo, para Leos Carax en Pola X (1999). También fue dirigida por Claire Denis en dos películas: J’ai Pas Sommeil (1994) y El intruso (2004); igualmente, Bruno Dumont la dirigió en Twentynine Palms (2003).

Golubeva en varias de sus actuaciones podía pasar repentinamente de un estado calmo a uno alterado o crispado, sin que ello se viera forzado ni sobreactuado. El estilo de interpretación y de representación en el que parecía sentirse más cómoda era cuando entre diálogo y diálogo había largos silencios y eso hacía que tuviera que usar únicamente miradas o gestos leves que expresaran un sentimiento o un estado de ánimo. Por ello, en las películas en las que parecía sentirse más a gusto o que sintonizaban plenamente con su espíritu actoral fueron las de Sharunas Bartas (su exesposo) y las de Bruno Dumont. Sin duda alguna, Katia Golubeva fue una notable actriz que nosotros los cinerastas y los cinéfilos extrañaremos ver en los años por venir, y que creemos aún tenía mucho que entregar al arte de la actuación cinematográfica. ¡Descansa en Paz, bella y talentosísima Katia!

 

 Raúl Ruiz

El 19 de agosto dejó de existir el gran director chileno Raúl Ruiz (o Raoul como lo llamaban en Francia, debido a que radicaba en ese país desde hacía casi cuatro décadas). Del maestro Ruiz y de su extensa obra se han escrito muchos artículos, ensayos y monografías; por lo cual esta nota necrológica no busca repetir ni pretende abundar mucho en lo que ya se ha dicho sobre ambos (director y obra). Solo queremos anotar y dar unos pequeños apuntes, sensaciones e impresiones que la filmografía de este inmenso autor –únicamente vista de modo muy parcial, ya que es bastante difícil conseguir la mayoría de sus filmes no solamente en el mercado alternativo, sino en las descargas de películas por Internet- nos ha causado.

Desde que vimos su primera película: El tiempo recobrado -más que adaptación, versión muy personal de Le Temps Retrouvé, del gran escritor francés Marcel Proust– nos dimos cuenta rápidamente de que se trataba de un autor que por encima de todo quería imponer un sello muy propio, aun cuando se tratara de llevar al cine una novela tan evocativa y única como es la séptima de la heptalogía de En busca del tiempo perdido. Si bien no es una cinta que quiera ser fiel a la historia que cuenta la novela tanto en su narración como en su desarrollo, sí logra captar la esencia y el espíritu proustianos, que a fin de cuentas es lo que, en general, se pide cuando una novela o un cuento es llevada o llevado al cine, pues la mayoría de las veces se trata de transcripciones literales o meras ilustraciones de las imágenes literarias.

De otro lado, en cuanto a sus demás filmes, por lo menos en los que hemos visto, pueden hallarse singularidades, experimentaciones, originalidades, fantasmagorías. Ya desde su primer largometraje Tres tristes tigres (1968) se podía notar que era una cinta que se distinguía de la mayoría de las que se hacían a la sazón -en la década de 1960-. Esta cinta puede compararse, en cuanto a la novedad que causó, a Memorias del subdesarrollo (1968), de Tomás Gutiérrez Alea y a Lucía (1968), de Humberto Solás, aunque no ha sido valorada y reconocida como merece. A este trío de películas habría que sumarles tres obras capitales: Crónica de un niño solo (1965), El romance del Aniceto y la Francisca (1967) y El dependiente (1969), todas de Leonardo Favio. Por supuesto que no se puede dejar de mencionar que casi diez años antes había surgido en Brasil el Cinema Novo, que tuvo como puntales a Nelson Pereira Dos Santos y a Glauber Rocha. En resumen, lo que queremos decir es que fue desde fines de la década de 1950 y durante toda la década de 1960, cuando se produjo una verdadera renovación en el lenguaje cinematográfico latinoamericano; y Tres Tristes Tigres es sin duda ninguna un hito importante dentro de esa renovación. 

Solo con estas breves anotaciones de dos filmes ruicianos y con lo que expresamos en el primer párrafo, los lectores que aún no hayan visto ninguna película del maestro Raúl Ruiz tendrán una idea general de lo que es su mundo creativo y ojalá sientan la necesidad de acercarse a él. Esperamos que así sea. ¡Descanse en Paz, Maestro Ruiz!

Una respuesta

  1. Anónimo

    que lastima que falleció la chica fue una actriz muy talentosa

    marzo 8, 2012 en 8:56 am

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