Amantes de las bajas pasiones cinematográficas…

La normalidad de la cárcel


 

 

 

Pablo Trapero – Leonera (2008)

 

 

El cine de Pablo Trapero se ha caracterizado por ser un cine de observación: sus películas anteriores plantean un mundo en el cual el director se limita a observar a sus personajes, de forma lejana, tratando de explorar el ambiente en el cual están inmersos. Eso ocurría en el El bonaerense, donde un joven policía entraba al cuerpo de la policía de Buenos Aires. Ahí la mirada de Trapero de mantenía lejana, observando al personaje entrenar, conversar, festejar, tener sexo y matar de la misma manera, como si todos los actos de esa vida tuvieran el mismo valor.

 

Ahí radicaba la fuerza de la película. Familia rodante, por otro lado, tenía la mima tónica: una familia que está haciendo un viaje por la carretera enfrenta problemas, rencillas, amores inconclusos en un juego de cabezas truecas, donde la distancia de Trapero hace que ningún personaje tenga mayor valor que otro, por lo que se vuelven casi intercambiables.

 

 

 

 

La historia familiar, que cualquier otro director tocaría poniendo énfasis en el tema sentimental, para Trapero se convierte en un cuaderno de observaciones: cada uno de los personajes de esa familia parece un animal que Trapero estudia para entender su mecanismo de funcionamiento y sus formas de relaciones.

 

Ahora Trapero regresa con Leonera, que también se enmarca, aunque con ciertas diferencias, en el cine de observación. La película nos presenta la historia de Julia, una mujer que, después de un asesinato que no queda muy claro, va a la prisión de mujeres.

 

 

 

El problema con nuestra protagonista es que está embarazada, por lo que va al pabellón de mujeres con hijos, con el cual podrá estar con su hijo hasta qur tenga tres años. Ahí conocerá a un buen número de mujeres, entre ellas Martha, alguien que el cambiará la vida. De la misma manera, Julia tendrá que luchar contra su propia madre, que busca sacar al niño de la cárcel.

 

El drama carcelario de mujeres es un tema que se ha caracterizado, en buena parte de la histria del cine, por ser visto a partir de su vertiente más erótica. Pero eso no podría ocurrir con Trapero, quien  por primera tiene a una mujer exclusivamente como rpotagonsita. La película decide seguir a Julia, mostrarnos el nuevo ambiente en el que está inmersa: su cotidianidad varía, sus nuevas formas de relacionarse varían, y todo lo que hace lo hace por su hijo. Si bien al principio hay una referencia a la sexualidad forzada o al acoso entre las presas, a Trapero no le interesa enfocarse en eso: simplemente lo deja ahí como un elemento más, como algo que pertenece a la normalidad en la cual viven las reclutas.

 

 

 

Y es que a Trapero le interesan meterse en una cotidianidad, en una ritualidad, y desentrañarla a partir de los mismos actos que la componen. Así como en El  Bonaerense veíamos al personaje relacionarse con su ambiente a partir de los entrenamientos o de los operativos, o como en Familia rodante veíamos el funcionamiento de una familia a partir de sus mecanismos de relación, aquí vemos a Julia en un ambiente distinto para ella, y cómo se va generando una cotidianidad.

 

La puesta en escena de Trapero nunca enfatiza, nunca carga las tintas en ningún momento: se mantiene siempre siguiendo a la protagonista, mostrando como se va adaptando a su nuevo mundo., De esta forma, tanto lo difícil de la cárcel (la agresión sexual al principio) como lo agradable forman parte de un mismo entorno, de una misma cotidianidad: la puesta en escena no las diferencia, las filma de la misma manera.

 

 

 

Pero existe una evolución dentro del relato: al principio la distancia de la puesta en escena hace que la escena del acoso sexual que sufre la protagonista choque, en tanto no estamos todavía del todo acostumbrados al ambiente que Trapero va a describir. Pero con el paso del relato, mientras Trapero sigue observando esa cotidianidad que se va volviendo cada vez más fuerte, comenzamos a quererla, a sentir que la cárcel es el lugar más seguro que tiene nuestra protagonista.

 

El cine de Trapero requiere paciencia, puesto que la ritualidad o la cotidianidad que él filma se generan a fuerza de observación, de distancia, de puesta en escena. La espontaneidad de lo que ocurre al principio choca, pero después uno entra a la dinámica de lo cotidiano, de que las cosas que ocurren en la película se dan debido casi aun orden natural de las cosas.

 

 

Y justamente quizá una de las mejores cosas de la película sea la relación que se establece entre Julia y Marta. Una relación que tiene mucho de amor y de compañerismo, de afecto y de fraternalidad. Y Trapero la muestra de una forma natural, como si respondiera al orden natural de las cosas, como si fuera absolutamente normal.

 

Y es justamente esa normalidad la que resulta conmovedora en esa relación, u en la película en general: las cosas surgen de forma espontánea, los actos se dan porque responden a algo que ya está definido y que Trapero simplemente captura. Es por eso que el escape final de la protagonista con su hijo, con ese largo travelling, transmite esa sensación e naturalidad que cubre toda la película.

 

 

Leonera fue la gran ganadora del décimo segundo festival de cine de Lima. Sus méritos, a pesar de que no fuera la mejor película de la competencia, hacen que el premio valga y sea justo.

 

 

Por Rodrigo Bedoya 

Una respuesta

  1. Anónimo

    Los editores están flojos y no corrigen los errores en el texto.

    octubre 12, 2008 en 8:21 pm

Deja un comentario